EL ASCENSO DE CHINA
Las relaciones entre EEUU y China parecen que siempre han sido las mismas, nada más lejos de la realidad desde que en 1968 fue elegido el presidente Richard Nixon se empezó a graduar la relación entre EEUU y China[1] para frenar la expansión soviética en el mundo. Este acercamiento continuó con Jimmy Carter que formalizó las relaciones diplomáticas con China en diciembre de 1978 pero sin embargo sufrió un revés el año siguiente cuando el Congreso norteamericano aprobó la “Acta de relaciones con Taiwán”.
Después de los sucesos de Tiananmen, EEUU decidió la imposición de sanciones económicas a China y la suspensión del intercambio de visitas de alto nivel entre los dos países. Esta situación se desbloqueó en la reunión de alto nivel entre China y EEUU celebrada en Seattle en 1994 en la que la Administración Clinton presentó sus líneas políticas hacia China, pero al igual que en 1978 al año siguiente la situación se deterioró al aprobar el gobierno de EEUU la visita de Lee Teng-hui´s.
El tema pues de Taiwán ha sido una fuente continua de conflictos entre EEUU y China, el cual intentó orillar el Presidente Clinton con la política del “ compromiso de las tres negaciones”, que no era sino no contacto, no conversar y no comprometerse con Taiwán, lo cual provocó una mejora sustancial en la relación entre ambos países.
Sin embargo en mayo de 1999, el Congreso dominado por los republicanos airearon el informe Cox en el que se acusaba a China de “ robar secretos nucleares”. En 2004 Henry Kissinger se posicionó a favor de que China y EEUU tuvieran un diálogo estratégico permanente de alto nivel para buscara una definición común de fines de amplio alcance”.
En la actualidad las relaciones entre China y EEUU se hallan en proceso de maduración, considera Zhen Bijian, presidente del Consejo del Foro sobre la Reforma y la Apertura de China (2). En su análisis de la cumbre de abril de 2006 entre George Bush y Hu Jintao, plantea un retrato de la situación en los siguientes términos. Primero, EEUU y China no son iguales, tienen historias y regímenes sociales diferentes, sus escalas de valores también difieren. Segundo, aceptando esas diferencias, que van más allá de la política para situarse en el terreno de la civilización y la cultura, importa identificar los puntos de coincidencia y no ahondar en las divergencias. Tercero, la política de EEUU hacia China es compleja, confusa y contradictoria, temerosa de su emergencia[2].
Sin embargo este análisis no parece ser el mismo que el defendido por el profesor Tamames al recordarnos que no se recuerda en la Casa Blanca una reunión desagradable como la dispensada el 20 de abril de 2006 a Hu Jintao[3].
Un periodista de la revista Falun Gong le increpó en la sala de prensa delante de Bush y la policía tardó una eternidad en retirar de escena al interviniente.
Para colmo el mismo día el períodico neocon The Washington Times publicó un amplio informe en el que se planteaba un eventual conflicto con China, implicando reposicionamiento de bombarderos, portaviones, submarinos y tropas[4].
Cuando en noviembre de 2006, EEUU hizo público su informe sobre la libertad religiosa en el mundo, señalando que China es uno de los países que deparan mayor preocupación en este asunto, su Ministerio de Asuntos Exteriores rechazó aparecer en ninguna lista de EEUU considerando que el informe es una ingerencia inadmisible que, bajo pretexto de la religión, interviene en sus asuntos internos (7). Cualquier insinuación en este ámbito, sea cual sea el problema abordado, la respuesta siempre será la misma, con un lenguaje que muchos no dudarían en atribuir a otra época[5].
Además están las declaraciones de alguien tan autorizado como Zbigniew Brzezinski que nos explica la política estadounidense hacia China.
“El objetivo supremo de la política estadounidense debería ser benévolo y visionario: forjar una comunidad mundial verdaderamente cooperativa, en consonancia con las tendencias a largo plazo y con los intereses básicos de la humanidad. Pero, mientras tanto, es imperioso que no emerja ningún rival euroasiático, capaz de dominar Eurasia y, por consiguiente, de rivalizar con EEUU”.
Lo que conllevaría una competición en el ámbito estratégico e ideológico.
En su informe al último Congreso del PCCh, el secretario general saliente, Jiang Zemin, hizo hincapié en que las próximas dos décadas proporcionan a China una oportunidad estratégica (Zhanlue jiyu) que no se puede dejar pasar. Pekín debe concentrarse en su modernización económica y militar, evitar conflictos innecesarios y ganar prestigio y poder internacional[6].
Þ En primer lugar, constituye una importante novedad que Pekín haya decidido vincular su estrategia nacional a Asia. Además, no se trata tan sólo de que su éxito económico se deba en parte a haber seguido un modelo desarrollista de los países vecinos, sino que de su análisis de las relaciones internacionales durante la última década le han llevado a definir el asiatísmo como su gran opción en política exterior. Sumando a Asia, China cuenta con el instrumento esencial para superar sus limitaciones como potencia[7].
Þ En segundo lugar, el ascenso chino coincide con proceso de cambio en el continente asiático. Como consecuencia del fin de la guerra fría, de la crisis financiera de los años noventa y de la creciente interdependencia económica, una identidad asiática está tomando forma. La integración regional, en la que Pekín no creía hace poco, adquiere un significado completamente nuevo cuando China decide asumir su liderazgo.[8]
En contraposición se encuentran las relaciones con EEUU en base a una cooperación comercial y económica intensa[9].
Esas cifras han estado sobre la mesa en el primer “Diálogo económico-estratégico” chino-americano que tuvo lugar en Beijing entre el 14 y 15 de diciembre de 2006 (un nuevo mecanismo de concertación que se suma a la Comisión China-EEUU de Comercio y a la Comisión Económica Conjunta China-EEUU). Su objetivo, encontrar un punto de acuerdo que permita resolver los grandes problemas que afectan al comercio bilateral (desequilibrio, el valor del yuan, la propiedad intelectual, etc.), y a la inserción de China en la economía mundial, excluyendo el recurso a medidas punitivas
para resolver los habituales roces.
El Diálogo bilateral institucionalizado ha permitido constatar la existencia de poderosos intereses comunes, dijo Henry Paulson, secretario del Tesoro, pero también evidenciar la existencia de estrategias económicas y de desarrollo sustancialmente diferentes.
La cuestión clave es determinar si el desarrollo de China perjudica los intereses económicos fundamentales de EEUU. En la cumbre de abril de 2006, Hu recordaba a Bush que el 70% de las exportaciones chinas a EEUU consiste en productos transformados, lo que viene a suponer que China obtiene en ese proceso un pequeño porcentaje de los costos de transformación. Aplicando la regla de origen de las mercancías, los beneficios se calculan como rentas obtenidas por China en sus exportaciones hacia EEUU pero, en realidad, esa no es la imagen completa y fidedigna del proceso, ya que son las multinacionales estadounidenses quienes obtienen la mayor ventaja. Son los empresarios y los consumidores de los países ricos quienes más se benefician de los bajos costes de la producción final de juguetes, ropa, calzado, productos electrónicos, y otros objetos de uso común que inundan nuestros mercados.
Por otra parte, según los datos hechos públicos por el Banco Popular de China el 15 de enero último, el volumen de reservas de divisas ha superado en 2006 el billón de dólares, con un incremento del 30,22%, aumentando a un ritmo de 200.000 millones de dólares anuales y confirmándose como el país con mayor reserva de divisas del mundo. Tan gigantesca suma, que excede en un 25% el volumen recomendable por las instancias internacionales, provoca importantes desequilibrios económicos en el país (cesión de oportunidades de inversión, incremento del precio de bienes raíces, etc.), pero casi los dos tercios de dichas reservas chinas están depositados en dólares, la mitad en bonos del Tesoro estadounidense (247 mil millones de dólares) y cualquier insinuación de diversificación de la cartera produce una enorme intranquilidad en Washington. El gobierno chino sopesa cambiar la estrategia tradicional de invertir en renta fija y siguiendo el ejemplo de otros países busca nuevas formas de gestionar sus inversiones.
China es, desde hace tiempo, uno de los principales compradores de bonos del Tesoro, transformándose en uno de los mayores acreedores del gobierno estadounidense.
Las compras de China han contribuido a mantener bajas las tasas de interés en EE.UU. ya que cuanto mayor es la demanda de los bonos de un país, menor es la tasa de interés que ese gobierno tiene que ofrecer. Los expertos insinúan que China podría destinar entre US$200.000 millones y US$300.000 millones de sus reservas a inversiones más agresivas. Aún un leve cambio en esta dirección podría tener un gran impacto en los mercados estadounidenses. Cualquier decisión de China para ampliar y diversificar sus inversiones significaría que compraría menos deuda de EE.UU.
Sin olvidar en temas económicos y comerciales también existen grandes fricciones como la que ocurrió con la oferta de adquisición por parte de la Union Oil Company of California (UNOCAL) por la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), una operación vetada por la Cámara de Representantes de EEUU, por el hipotético peligro que podía suponer para la seguridad nacional que los comunistas chinos se hiciesen con el control de una empresa situada en un sector estratégico. Eso a pesar de que el inspirador de la iniciativa no fue el PCCh sino Goldman Sachs JP Morgan Chase y Rothschild and Sons, quien aporta a CNOOC consejo y apoyo financiero[10].
Además para finalizar a nadie le interesa que China deje de crecer, ni que tuviera enfrentamientos económicos con EEUU, sobre todo al propio EEUU a quien los chinos están dando alas para que mantenga sus actuales cuotas de consumo interno como hemos vista antes.
Las relaciones entre EEUU y China parecen que siempre han sido las mismas, nada más lejos de la realidad desde que en 1968 fue elegido el presidente Richard Nixon se empezó a graduar la relación entre EEUU y China[1] para frenar la expansión soviética en el mundo. Este acercamiento continuó con Jimmy Carter que formalizó las relaciones diplomáticas con China en diciembre de 1978 pero sin embargo sufrió un revés el año siguiente cuando el Congreso norteamericano aprobó la “Acta de relaciones con Taiwán”.
Después de los sucesos de Tiananmen, EEUU decidió la imposición de sanciones económicas a China y la suspensión del intercambio de visitas de alto nivel entre los dos países. Esta situación se desbloqueó en la reunión de alto nivel entre China y EEUU celebrada en Seattle en 1994 en la que la Administración Clinton presentó sus líneas políticas hacia China, pero al igual que en 1978 al año siguiente la situación se deterioró al aprobar el gobierno de EEUU la visita de Lee Teng-hui´s.
El tema pues de Taiwán ha sido una fuente continua de conflictos entre EEUU y China, el cual intentó orillar el Presidente Clinton con la política del “ compromiso de las tres negaciones”, que no era sino no contacto, no conversar y no comprometerse con Taiwán, lo cual provocó una mejora sustancial en la relación entre ambos países.
Sin embargo en mayo de 1999, el Congreso dominado por los republicanos airearon el informe Cox en el que se acusaba a China de “ robar secretos nucleares”. En 2004 Henry Kissinger se posicionó a favor de que China y EEUU tuvieran un diálogo estratégico permanente de alto nivel para buscara una definición común de fines de amplio alcance”.
En la actualidad las relaciones entre China y EEUU se hallan en proceso de maduración, considera Zhen Bijian, presidente del Consejo del Foro sobre la Reforma y la Apertura de China (2). En su análisis de la cumbre de abril de 2006 entre George Bush y Hu Jintao, plantea un retrato de la situación en los siguientes términos. Primero, EEUU y China no son iguales, tienen historias y regímenes sociales diferentes, sus escalas de valores también difieren. Segundo, aceptando esas diferencias, que van más allá de la política para situarse en el terreno de la civilización y la cultura, importa identificar los puntos de coincidencia y no ahondar en las divergencias. Tercero, la política de EEUU hacia China es compleja, confusa y contradictoria, temerosa de su emergencia[2].
Sin embargo este análisis no parece ser el mismo que el defendido por el profesor Tamames al recordarnos que no se recuerda en la Casa Blanca una reunión desagradable como la dispensada el 20 de abril de 2006 a Hu Jintao[3].
Un periodista de la revista Falun Gong le increpó en la sala de prensa delante de Bush y la policía tardó una eternidad en retirar de escena al interviniente.
Para colmo el mismo día el períodico neocon The Washington Times publicó un amplio informe en el que se planteaba un eventual conflicto con China, implicando reposicionamiento de bombarderos, portaviones, submarinos y tropas[4].
Cuando en noviembre de 2006, EEUU hizo público su informe sobre la libertad religiosa en el mundo, señalando que China es uno de los países que deparan mayor preocupación en este asunto, su Ministerio de Asuntos Exteriores rechazó aparecer en ninguna lista de EEUU considerando que el informe es una ingerencia inadmisible que, bajo pretexto de la religión, interviene en sus asuntos internos (7). Cualquier insinuación en este ámbito, sea cual sea el problema abordado, la respuesta siempre será la misma, con un lenguaje que muchos no dudarían en atribuir a otra época[5].
Además están las declaraciones de alguien tan autorizado como Zbigniew Brzezinski que nos explica la política estadounidense hacia China.
“El objetivo supremo de la política estadounidense debería ser benévolo y visionario: forjar una comunidad mundial verdaderamente cooperativa, en consonancia con las tendencias a largo plazo y con los intereses básicos de la humanidad. Pero, mientras tanto, es imperioso que no emerja ningún rival euroasiático, capaz de dominar Eurasia y, por consiguiente, de rivalizar con EEUU”.
Lo que conllevaría una competición en el ámbito estratégico e ideológico.
En su informe al último Congreso del PCCh, el secretario general saliente, Jiang Zemin, hizo hincapié en que las próximas dos décadas proporcionan a China una oportunidad estratégica (Zhanlue jiyu) que no se puede dejar pasar. Pekín debe concentrarse en su modernización económica y militar, evitar conflictos innecesarios y ganar prestigio y poder internacional[6].
Þ En primer lugar, constituye una importante novedad que Pekín haya decidido vincular su estrategia nacional a Asia. Además, no se trata tan sólo de que su éxito económico se deba en parte a haber seguido un modelo desarrollista de los países vecinos, sino que de su análisis de las relaciones internacionales durante la última década le han llevado a definir el asiatísmo como su gran opción en política exterior. Sumando a Asia, China cuenta con el instrumento esencial para superar sus limitaciones como potencia[7].
Þ En segundo lugar, el ascenso chino coincide con proceso de cambio en el continente asiático. Como consecuencia del fin de la guerra fría, de la crisis financiera de los años noventa y de la creciente interdependencia económica, una identidad asiática está tomando forma. La integración regional, en la que Pekín no creía hace poco, adquiere un significado completamente nuevo cuando China decide asumir su liderazgo.[8]
En contraposición se encuentran las relaciones con EEUU en base a una cooperación comercial y económica intensa[9].
Esas cifras han estado sobre la mesa en el primer “Diálogo económico-estratégico” chino-americano que tuvo lugar en Beijing entre el 14 y 15 de diciembre de 2006 (un nuevo mecanismo de concertación que se suma a la Comisión China-EEUU de Comercio y a la Comisión Económica Conjunta China-EEUU). Su objetivo, encontrar un punto de acuerdo que permita resolver los grandes problemas que afectan al comercio bilateral (desequilibrio, el valor del yuan, la propiedad intelectual, etc.), y a la inserción de China en la economía mundial, excluyendo el recurso a medidas punitivas
para resolver los habituales roces.
El Diálogo bilateral institucionalizado ha permitido constatar la existencia de poderosos intereses comunes, dijo Henry Paulson, secretario del Tesoro, pero también evidenciar la existencia de estrategias económicas y de desarrollo sustancialmente diferentes.
La cuestión clave es determinar si el desarrollo de China perjudica los intereses económicos fundamentales de EEUU. En la cumbre de abril de 2006, Hu recordaba a Bush que el 70% de las exportaciones chinas a EEUU consiste en productos transformados, lo que viene a suponer que China obtiene en ese proceso un pequeño porcentaje de los costos de transformación. Aplicando la regla de origen de las mercancías, los beneficios se calculan como rentas obtenidas por China en sus exportaciones hacia EEUU pero, en realidad, esa no es la imagen completa y fidedigna del proceso, ya que son las multinacionales estadounidenses quienes obtienen la mayor ventaja. Son los empresarios y los consumidores de los países ricos quienes más se benefician de los bajos costes de la producción final de juguetes, ropa, calzado, productos electrónicos, y otros objetos de uso común que inundan nuestros mercados.
Por otra parte, según los datos hechos públicos por el Banco Popular de China el 15 de enero último, el volumen de reservas de divisas ha superado en 2006 el billón de dólares, con un incremento del 30,22%, aumentando a un ritmo de 200.000 millones de dólares anuales y confirmándose como el país con mayor reserva de divisas del mundo. Tan gigantesca suma, que excede en un 25% el volumen recomendable por las instancias internacionales, provoca importantes desequilibrios económicos en el país (cesión de oportunidades de inversión, incremento del precio de bienes raíces, etc.), pero casi los dos tercios de dichas reservas chinas están depositados en dólares, la mitad en bonos del Tesoro estadounidense (247 mil millones de dólares) y cualquier insinuación de diversificación de la cartera produce una enorme intranquilidad en Washington. El gobierno chino sopesa cambiar la estrategia tradicional de invertir en renta fija y siguiendo el ejemplo de otros países busca nuevas formas de gestionar sus inversiones.
China es, desde hace tiempo, uno de los principales compradores de bonos del Tesoro, transformándose en uno de los mayores acreedores del gobierno estadounidense.
Las compras de China han contribuido a mantener bajas las tasas de interés en EE.UU. ya que cuanto mayor es la demanda de los bonos de un país, menor es la tasa de interés que ese gobierno tiene que ofrecer. Los expertos insinúan que China podría destinar entre US$200.000 millones y US$300.000 millones de sus reservas a inversiones más agresivas. Aún un leve cambio en esta dirección podría tener un gran impacto en los mercados estadounidenses. Cualquier decisión de China para ampliar y diversificar sus inversiones significaría que compraría menos deuda de EE.UU.
Sin olvidar en temas económicos y comerciales también existen grandes fricciones como la que ocurrió con la oferta de adquisición por parte de la Union Oil Company of California (UNOCAL) por la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), una operación vetada por la Cámara de Representantes de EEUU, por el hipotético peligro que podía suponer para la seguridad nacional que los comunistas chinos se hiciesen con el control de una empresa situada en un sector estratégico. Eso a pesar de que el inspirador de la iniciativa no fue el PCCh sino Goldman Sachs JP Morgan Chase y Rothschild and Sons, quien aporta a CNOOC consejo y apoyo financiero[10].
Además para finalizar a nadie le interesa que China deje de crecer, ni que tuviera enfrentamientos económicos con EEUU, sobre todo al propio EEUU a quien los chinos están dando alas para que mantenga sus actuales cuotas de consumo interno como hemos vista antes.
[1] Comunicado de Shangai firmado por China y EEUU.
[2] China y sus relaciones con EEUU: ¿competencia o interdependencia?
Xulio Ríos
[3] Lo reiteró Hu en su viaje de abril a EEUU: no imitarán ningún modelo y apreciarán en todos aquellos
instrumentos y principios que se adecuen a la realidad china. Al insistir Bush en que acepte “las reglas de juego”, Hu ha respondido que el diálogo debe ser de igual a igual, aceptando, con normalidad, las diferencias que les separan.
[4] El siglo de china. Ramón Tamames pag. 337 y 338. Ed. Planeta 2006.
[5] China y sus relaciones con EEUU: ¿competencia o interdependencia?
Xulio Ríos.
[6] Además en los años 90 a muchos observadores les preocupaba los posibles enfrentamientos por las islas del mar de china meridional, pero en 2002 china y ASEAN firmaron un código de conducta sobre este mar para evitar conflictos respecto a la islas Paracels y las Spratly, estrategias por el petróleo y su ubicación en la ruta comercial Oriente próximo-Malaca-Japón.
[7] Declaration on the establishment of the Shanghai Cooperation Organization. 15 June 2001, Shanghai
[8] Un ejemplo de compromiso internacional de China es que se encuentra entre las 7 potencias nucleares reconocidas, es muy activa en el sistema de UN. Hoy no sólo participa activamente como miembro permanente del Consejo de Seguridad, sino que además participa en 10 de las 16 misiones de paz actuales con aportación de su personal militar o policía civil.
[9] Los EEUU son el segundo socio comercial de China. Mirar la reflexión precedente con los acuerdos APEC, ASEAN y los TLC firmados por China.
[10] China y sus relaciones con EEUU: ¿competencia o interdependencia?
Xulio Ríos
[2] China y sus relaciones con EEUU: ¿competencia o interdependencia?
Xulio Ríos
[3] Lo reiteró Hu en su viaje de abril a EEUU: no imitarán ningún modelo y apreciarán en todos aquellos
instrumentos y principios que se adecuen a la realidad china. Al insistir Bush en que acepte “las reglas de juego”, Hu ha respondido que el diálogo debe ser de igual a igual, aceptando, con normalidad, las diferencias que les separan.
[4] El siglo de china. Ramón Tamames pag. 337 y 338. Ed. Planeta 2006.
[5] China y sus relaciones con EEUU: ¿competencia o interdependencia?
Xulio Ríos.
[6] Además en los años 90 a muchos observadores les preocupaba los posibles enfrentamientos por las islas del mar de china meridional, pero en 2002 china y ASEAN firmaron un código de conducta sobre este mar para evitar conflictos respecto a la islas Paracels y las Spratly, estrategias por el petróleo y su ubicación en la ruta comercial Oriente próximo-Malaca-Japón.
[7] Declaration on the establishment of the Shanghai Cooperation Organization. 15 June 2001, Shanghai
[8] Un ejemplo de compromiso internacional de China es que se encuentra entre las 7 potencias nucleares reconocidas, es muy activa en el sistema de UN. Hoy no sólo participa activamente como miembro permanente del Consejo de Seguridad, sino que además participa en 10 de las 16 misiones de paz actuales con aportación de su personal militar o policía civil.
[9] Los EEUU son el segundo socio comercial de China. Mirar la reflexión precedente con los acuerdos APEC, ASEAN y los TLC firmados por China.
[10] China y sus relaciones con EEUU: ¿competencia o interdependencia?
Xulio Ríos
Por Roberto González
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